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Un emblemático comercio de Canning cumple 51 años pero atraviesa el peor momento de su historia

La Lusitana fue uno de los primeros locales de la ciudad y de los pocos que perduran con el tiempo. Fue muy popular a mediados de 1990, pero los dueños actualmente tienen muchas dificultades para mantenerlo en pie.

La Lusitana, el histórico bar de Canning ubicado sobre la calle Sargento Cabral al 2027, cumplió 51 años el último jueves. Lo que debería haber sido una fiesta por superar las cinco décadas, se convirtió en un día más del año debido a la serie de complicaciones que los dueños tienen para mantener el comercio abierto.  

Jorge, junto a su hermano Marcelo, están al mando del local y todos los días se levantan con la intención de atender a la mayor cantidad de clientes posibles. Ambos luchan por continuar el legado que dejó su padre, quien fundó el lugar en 1968, tras su llegada al barrio, acompañado de las primeras colonias portuguesas.  

El bar mantiene sus viejas tradiciones, por eso hay quienes lo eligen cada día para desayunar, almorzar o cenar. A pesar de las dificultades, los dueños siempre tienen una sonrisa y mantienen largas charlas con los comensales, que en su mayoría también son vecinos de la zona.  

En la década de 1990, La Lusitana atravesó sus mejores años porque se convirtió en un clásico de Canning. Desde que abrían las puertas a las cinco de la mañana, hasta que despedían al último cliente cerca de la medianoche, el comercio recibía un caudal enorme de personas.  

Debido a su éxito, extendieron las instalaciones para sumar numerosas mesas de pool, las cuales fueron utilizadas desde el primer momento y ayudaron a que las personas permanezcan largas horas bajo el mismo techo. El trabajo era abundante, pero cambió con el comienzo del nuevo siglo y cada vez es peor.  

En 2008 fue el último gran festejo de aniversario que se realizó, donde hubo decenas de invitados, se llevó a cabo un almuerzo y reconocieron la trayectoria del lugar. 11 años más tarde, Jorge y Marcelo iniciaron el día como cualquier otro, atormentados por una intensa incertidumbre.  

Además de no poder cubrir los gastos de servicios e impuestos, muy poca gente se acerca durante las jornadas para consumir alguno de sus productos. La mañana es su momento más fuerte porque están abiertos desde muy temprano y eso los convierte en el único lugar para desayunar a esos horarios.   

El sector de kiosko es su principal fuente de ingresos, porque muchos vecinos compran al pasar y la sumatoria de todos los billetes chicos les deja una buena recaudación. Las mesas de pool también ayudan con la plata, porque en el último tiempo un grupo de hombres se acercó para colaborar, las arreglaron y se juntan habitualmente a jugar.  

Si bien cuentan con ambas actividades, los inconvenientes mencionados, que se suman a las dificultades personales de cada dueño, atentan con la integridad del bar. A pesar de luchar para seguir con la tradición familiar, los hermanos no descartan la posibilidad de cerrar definitivamente en un futuro cercano.  

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