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Los tres minutos y la buena fe

Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).

Pasó más de una semana del escándalo por la estafa con la criptomoneda y todavía el Presidente no pudo explicar por qué publicó su tuit de “difusión” solo tres minutos después de que saliera la oferta de $Libra. En la conversación con Jonathan Viale dijo prácticamente que fue fruto del azar, aunque justo fue la cripto que lanzaron unos tipos que eran habitués en la Casa Rosada.

No hubo repreguntas que pusieran en aprietos a Milei. “Yo actué de buena fe”, reiteró el Presidente. Los que vivimos en el conurbano sabemos que, en un contexto de posibles estafas con ventas de terrenos o de autos, cuando uno de los involucrados invoca su supuesta buena fe, hay que desconfiar.

El manto de dudas se completa con que no hubo denuncias judiciales ni mediáticas por parte del Gobierno contra los aventureros de las cripto que involucraron al Presidente en la maniobra. Milei podría haberse mostrado como una víctima y transmitir un mensaje más creíble, pero no pudo o no quiso hacerlo. Antes que eso, prefirió admitir que estaba difundiendo un negocio con mecanismos de casino o de ruleta rusa, según sus propios ejemplos.

Detrás del escándalo cripto, que tuvo repercusiones internacionales, hay más ramificaciones que le pegan a la imagen de honestidad del “Loco”, como las supuestas exigencias de pagos a empresarios de parte de su entorno para acceder a reuniones. Si bien ya había enfrentado trascendidos de este tipo en la campaña, junto con el escándalo por las supuestas ventas de candidaturas en las listas de La Libertad Avanza, no es lo mismo cuando la acusación cae sobre un Presidente en ejercicio, que debe someterse a la ley de ética pública.

En cualquier caso, siempre se supo que alrededor de Milei orbitan personajes turbios, a veces catalogados como “la resaca de la casta”, es decir los que no encontraron lugar en las fuerzas políticas tradicionales. Uno de esos personajes opacos es el asesor Santiago Caputo, que se siente con el poder suficiente como para interrumpir una entrevista y explicarle al Presidente lo que tiene que decir.

Es verdad que Milei estaba dando a entender que el ministro de Justicia iba a actuar como su abogado personal, algo bastante escandaloso, pero menos polémico que otras de las declaraciones que hizo en el mismo reportaje y que salieron al aire. La intervención de Caputo puede ser leída como una muestra de su voracidad: para la nota, corrige a su jefe y nadie dice ni mu. Finalmente, con la filtración que se le escapó a TN, al “Mago” Caputo le salió el tiro por la culata y recibió críticas de todo el oficialismo. Él quiso instalar que estaba todo planeado para “llevarse la marca” y sacar del eje de las críticas al Presidente.

Son minucias de un episodio lleno de intrigas entreveradas. Es probable que las consecuencias judiciales se vean con el correr de los años y que tengan la dirección de los vientos políticos que soplen. Desde una perspectiva más amplia, es la primera crisis fuerte que enfrenta el gobierno ante la opinión pública. Milei no va a perder el apoyo de su núcleo duro ni tampoco va a dejar de generar simpatías entre quienes lo valoran, principalmente, por la baja de la inflación. Los que ya lo repudiaban, ahora confirman su rechazo. Mientras tanto, para el Presidente y su gente quizás ahora sea más controversial ostentar la vara de la moral y la honestidad, y andar acusando a cualquier crítico de estar ensobrado o de pertenecer a “la casta” porque ellos van a cargar con el mismo estigma. Para los argentinos, la sorpresa es menor: un posible caso de corrupción en un gobierno está lejos de lo inesperado.

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