La elección de legisladores porteños, lo que para nosotros son concejales, concentra por estos días el foco de la atención política. Hay una multiplicidad de candidatos de peso, como el vocero presidencial Manuel Adorni por La Libertad Avanza, Horacio Rodríguez Larreta por su propio espacio, Silvia Lospenatto por el PRO macrista, Leandro Santoro por Unión por la Patria y hasta opciones de peronistas díscolos como Alejandro Kim (que responde a Guillermo Moreno) o Juan Manuel Abal Medina. También se animó un libertario disidente, el excéntrico Ramiro Marra.
El olor a pis se vuelve cuestión de Estado
Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).
La Legislatura porteña tiene su ámbito de decisión reducido al interior de la General Paz y el Riachuelo, pero por tratarse del primer desafío electoral del año, por los nombres de sus competidores y por la puja desatada entre Milei y Macri, captura la atención de los medios nacionales como si estuviera en juego el futuro del país. No lo está.
Larreta hace campaña diciendo que hay olor a pis y Ramiro Marra promete prohibir que la gente duerma en la calle. Evidentemente los “focus groups” están mostrando que los vecinos porteños están molestos con la suciedad de sus veredas, así que en el Conurbano, pero también en La Quiaca y en Ushuaia, nos vamos a tener que fumar una campaña electoral vinculada a la recolección de residuos como si se tratara del mismísimo acuerdo con el FMI. Sería más o menos como si el debate central en los medios nacionales fuera por si está bien o no que los fines de semana el Municipio de San Vicente impida el ingreso con vehículos a la zona de la laguna (de paso opino que es una medida correcta, el entorno se vuelve más civilizado sin escapes liberados ni parlantes).
En la provincia, el otro gran tema político tiene que ver con la fecha y el formato de la elección. La interna peronista está al rojo vivo. Kicillof quiere desdoblar las elecciones bonaerenses para tener una campaña propia con agenda provincial. Además, quiere imponerse en la discusión con La Cámpora para seguir en su camino de ganar autonomía frente a Cristina. Del otro lado, Massa y Máximo Kirchner le dicen a Axel que no le conviene hablar de la agenda bonaerense, con problemas históricos como la inseguridad o las prestaciones del IOMA, que le pueden estallar en la cara de un segundo a otro a cualquier gobernador.
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Mientras tanto, esta semana se confirmó que el programa que el Gobierno trabaja con el Fondo incluiría la friolera de 20 mil millones de dólares de libre disponibilidad. Un colchón importante que le permitiría a Economía mantener el dólar barato, los salarios en dólares inflados y la baja de la inflación. Esa sería la fórmula para ganar las elecciones. Y después, qué importa del después, podría ser el tango que cante Toto Caputo. Es la película que ya vimos durante la presidencia de Macri en 2018, que terminó con crisis y mega deuda.
En enero y febrero hubo más de un millón de argentinos en Brasil, entre los que me incluyo. También me di una vuelta por Villa Gesell y encontré que vendían cerdo importado de Brasil. Quizás el escenario deseable sería al revés: argentinos y turistas extranjeros vacacionando por la Argentina, y el cerdo argentino siendo exportado (pero Alberto Fernández prefirió sacarse una foto con la ambientalista Liz Solari y frenar el proyecto de producción porcina para China).
Voy terminando. Esta semana el intendente de Lanús, el camporista Julián Álvarez, nombró una plaza de su distrito como Hebe de Bonafini. Hebe tuvo un rol destacado y valiente en Madres de Plaza Mayo, pero en los últimos años su figura quedó asociada a posiciones chavistas, declaraciones poco edificantes con la democracia y hasta casos de corrupción. Homenajearla es un gesto de “ni un paso atrás” del kirchnerismo, aun cuando se viene comiendo palizas en todas las elecciones. Por otra parte, el Gobierno de Milei, a través de Vialidad Nacional, derribó una escultura dedicada al escritor e historiador Osvaldo Bayer, un intelectual que, más allá de sus posiciones políticas, se definía a sí mismo como un “pacifista a ultranza”.
Me queda la sensación de que los que homenajean a Bonafini y los que tiran esculturas de Bayer están en el mismo negocio: el de construir enemigos e incentivar el odio.