Sin mayores inconvenientes, el Gobierno de Javier Milei logró esta semana levantar las restricciones a la compra de dólares para las personas con ingresos declarados. No hubo corrida y el Banco Central, en estas primeras tres jornadas, no tuvo que “quemar reservas” para contener el precio del dólar en la banda superior de los $1.400, tal como está pautado en el nuevo esquema cambiario, posibilitado por los nuevos desembolsos del FMI.
Adiós, querido cepo
Por Manuel Nieto (@NietoManuelOk).
Por efecto de la medida, quedó convalidada una devaluación de alrededor del 10% del tipo de cambio oficial. Esto significa, al menos por ahora, que tenían razón todos los economistas serios que hablaban de atraso cambiario y a los que el gobierno venía descalificando con insultos y agresiones en los últimos meses. Según las miradas de la mayoría de los economistas, cabría esperar que parte de esa devaluación pase a los precios del supermercado, por lo que la inflación seguiría un camino ascendente en los próximos meses, luego del número rojo de 3,7% que dio en marzo la medición del INDEC. Ya hubo subas esta semana, como la que intentó Molinos, aunque finalmente tuvo que retrotraerla por presión del Ministerio de Economía. El ministro Luis Caputo celebró la “buena reacción” de la empresa.
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Milei expresó una mirada más optimista que la de quienes esperan más inflación. Aseguró que el dólar caerá hasta la franja inferior de la banda de flotación, fijada en mil pesos, y que a mitad del año que viene terminarán las alzas de precios. Desde su equipo económico están convencidos de que no habrá corridas cambiarias (compras masivas de dólares por parte de los ahorristas) porque no hay disponibilidad de pesos para hacerlo. Dicho en criollo: casi nadie va a comprar dólares porque a casi nadie le sobran los pesos. Motosierra mediante, el Gobierno tampoco necesita pesos para financiar el déficit fiscal porque logró, a un costo quizás altísimo pero votado en las elecciones, equilibrar las cuentas públicas.
Estos son los argumentos del oficialismo para sostener que esta experiencia será distinta a la que también tuvo a Toto Caputo como protagonista en el gobierno de Macri en 2018, cuando el dólar libre se volvió insostenible y el Banco Central tuvo que quemar a rolete los dólares del crédito del FMI.
Los datos de consumo que registra la consultora Scentia muestran el mismo cuadro. En marzo, el gasto de los hogares se desplomó un 5,4% interanual contra el mismo mes de 2024, en el que ya se había caído un 7,4%. Van 16 meses consecutivos de caídas en las ventas y, si efectivamente hay un rebrote inflacionario, los próximos números serán peores. Algunos describen a esta situación como sanear la macroeconomía gracias a “la paz de los cementerios”.